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Psicología De La Felicidad
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Psicología De La Felicidad


Teniendo en cuenta que a su vez la autoestima es un constructo que se va conformando desde pequeño con las experiencias, tanto positivas como negativas, y que indica cómo se ve uno así mismo, es decir, el propio reflejo, independientemente de la realidad interna y externa.

Una persona con autoestima alta, se cree capaz de conseguir las metas que se propone, es constante y lucha por lo que quiere, y cuando encuentra inconvenientes, los considera como “pruebas” o “enseñanzas” en la vida, que hay que asumir y seguir adelante.

Una con autoestima baja, se siente inferior a los demás, sin capacidad para hacer lo mismo que el resto, e incluso para buscar y conseguir sus propias metas, mostrando gran dependencia a las opiniones de los demás sobre uno mismo, teniendo escasa tolerancia a la frustración, convirtiéndose hasta la más mínima “piedra en el camino”, como una losa insuperable, que no hace sino reforzar la idea de inutilidad.

Aunque estos son ejemplos extremos, cada uno tiene una mejor o peor autoestima, y en función de ello se relaciona de una forma u otra con los demás, ya sea en el ámbito laboral o personal.

Pero si bien la autoestima se conforma con la experiencia esta puede cambiar con el tiempo, sintiendo que se tiene una “buena racha” o una “mala racha”, lo que hace que ante un mismo acontecimiento se muestre una actitud positiva o derrotista, pero ¿Se relaciona directamente la felicidad con la autoestima?

Esto es lo que se ha tratado de averiguar mediante una investigación realizada desde la Oficina del Estudiante con Discapacidad, Centro de Counseling para estudiante, Universidad de Nagoya junto con el Centro de Investigación Experimental en Ciencias Sociales, y el Departamento de Ciencias del Comportamiento, Escuela de Graduados de Letras, Universidad de Hokkaido (Japón), cuyos resultados han sido publicados en la revista científica Frontiers in Psychology.

En el estudio participaron quinientas treinta y siete jóvenes, de las cuales ciento setenta y seis eran chicas.

El 64% fueron estudiantes de primer año universitario, mientras que el resto pertenecían al segundo año universitario.

A todos ellos se les pasó una serie de cuestionarios estandarizados para evaluar tanto la felicidad como la autoestima, para comprobar si existen correlaciones entre ambos, a través de la escala estandarizada Life Scale y la Rosenberg Self-Esteem Scale.

Los resultados indican que la relación entre la felicidad y la autoestima varía en función de las circunstancias que tenga que atravesar la persona, así, cuando se afronta una situación de incertidumbre y cambio, como el ingreso en un centro de estudio, donde todo es nuevo, las materias, los profesores, los compañeros, el centro… la felicidad tiene una relación más fuerte con la autoestima, esto es, las personas que tienen una alta autoestima van a sentirse más felices que los que tienen baja autoestima.

Pero cuando la persona se encuentra en un ambiente estable, por ejemplo los estudiantes de segundo curso, que ya conocen el medio ambiente en el que se desempeñan, y a pesar de pequeños cambios como las materias o algunos profesores, el mantener el resto de las condiciones iguales debilita esta relación, haciendo que otras variables adquieran mayor protagonismo en la felicidad, es decir, ahora, en un ambiente estable, el que tiene una alta autoestima no tiene por qué ser necesariamente el más feliz.

A pesar de que los resultados son claros en cuanto a la relación entre felicidad y autoestima, la investigación se ha desarrollado en un ámbito muy específico, el mundo académico, y en unas etapas de formación de la autoestima como es la etapa estudiantil; por tanto, para poder dar por establecida esta relación, hay que realizar nuevos análisis en otros ambientes, y a otras edades, pues puede ser una característica propia de los jóvenes.

Tal y como se observa este análisis sobre la felicidad se puede hacer en el ámbito específico sobre una población concreta, como la de los jóvenes o la de los estudiantes, pero también se puede analizar la felicidad a un nivel más global.

Uno de los indicadores más sensibles de cómo están funcionando las cosas en un país es precisamente cómo se sienten sus habitantes con respecto al nivel de felicidad.

Muchos son los índices que se pueden emplear para conocer la salud de los habitantes de un país ya sea en cuanto a recursos disponibles tanto de infraestructuras como humanos, como la tecnología empleada al respecto, pero la felicidad, que es un constructo muy personal, no puede ser medido de esta manera.

A cualquiera que se le pregunte por la calle, ¿Qué es la felicidad?, seguro que es capaz de dar una visión única y particular de la misma. Para unos será el tener un trabajo, para otros la familia, o el ocio, y así se obtendrían tantas respuestas como personas se entrevistasen, entonces ¿Se puede medir la felicidad de un país?

Si se tiene en cuenta que el país está constituido por ciudadanos, únicamente habría que evaluar de alguna manera la felicidad de cada uno de los ciudadanos que componen ese país.

Para ello la forma más sencilla es preguntar a cada uno de los habitantes, algo que se convierte en una tarea imposible de llevar a cabo cuando se trata de millones de personas.

Es por ello que se hace necesario reducir las preguntas a unos tantos miles de sus habitantes elegidos al azar, con la esperanza de que sea en una adecuada muestra del resto de la población.

Esto es precisamente lo que se ha hecho desde el gobierno de España para conocer sobre la felicidad de sus habitantes.

Un poco más de dos mil personas al mes han participado en una encuesta denominado BARÓMETRO del C.I.S. (Centro de Investigaciones Sociológicas) en el que se les realiza una serie de preguntas para que puedan dar su opinión.

Entre estas preguntas hay una que se va repitiendo en el tiempo y es relativa a la evaluación de la felicidad de sus habitantes: “En términos generales, ¿En qué medida se considera usted una persona feliz o infeliz?”

Para responder a esta cuestión se le solicita al participante que use una escala de cero a diez; en la que cero significa que se considera “Completamente infeliz” y diez que se considera “Completamente feliz”.

Como se puede observar se trata de una valoración personal en una escala de once puntos, es decir desde cero hasta diez, donde la persona se debe situar según su opinión.


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