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Psicología Del Maltrato
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Psicología Del Maltrato


Cuando la situación de violencia se hace crónica en el tiempo, como ocurre en el abuso sexual o maltrato infantil y en la violencia de género, las víctimas pueden presentar alteraciones en la personalidad en cuanto a su capacidad para relacionarse y a su propia identidad. Esto es lo que se ha denominado Trauma complejo.

Es importante señalar también que, en ocasiones, puede ocurrir un daño psicológico ante situaciones que aparentemente no son traumáticas pero que la persona las vive como tal debido a sus propias características personales, momento evolutivo, consecuencias para su vida, etc.>>

Virginia Mora, Experta en Violencia y Trauma.

Al respecto comparto mi experiencia, mientras realizaba un taller de Bioenergética, dentro de las actividades programadas de un congreso internacional de estudiantes de psicología donde presenté una ponencia.

El taller consistía en realizar una práctica colectiva empleando la técnica de la Bioenergética, la cual presupone que tenemos unas defensas “activas” que permiten llevar una vida “normal” a pesar de los acontecimientos traumáticos vividos.

La tarea consiste en mantener una postura el mayor tiempo posible, parecida a las que se usan en yoga. Se espera que cuando el organismo se agote, baja sus “defensas” y aflora cualquier conflicto o trauma.

Éramos un reducido grupo de unas diez personas, que una a una iba “cayendo” de cansancio, tras lo cual debían de compartir su experiencia con el resto.

En un momento determinado, una de las alumnas se dejó caer y empezó a golpear los cojines que había en el centro del círculo que formábamos los participantes, a la vez que gritaba, “¿Por qué?; Tío, ¿Por qué a mí?”.

Evidentemente por su expresión corporal y sus palabras estaba de alguna forma rememorando un acontecimiento traumático, probablemente un abuso infantil, pero a la hora de compartir su experiencia en el grupo prefirió no hacerlo, poniéndose serie y rígida, y siguiendo como si nada hubiese pasado.

De esta manera, la chica había “subido” sus defensas, según la teoría Bioenergética, lo que le permitía tener una vida “normal”, ajeno al sufrimiento que había sido capaz de rememorar en ese ejercicio.

Con ello quiero resaltar que a pesar del tiempo que transcurra, si no se trata en terapia, determinados eventos del pasado, como el haber sufrido maltrato o abuso durante la infancia, van a estar ahí, afectando a cualquier edad, e influyendo en la vida sin que la persona sea consciente de ello.

<<¿Por qué se produce el trauma?

El trauma o daño psicológico ocurre a consecuencia de que el suceso negativo que ha experimentado la persona desborda su capacidad de afrontamiento y de adaptación. Cuando nos enfrentamos a una situación que nos genera de forma abrumadora dolor, miedo, vergüenza, indefensión o pánico bien sea por su intensidad, por el momento vital en el que ocurre o porque no exista posibilidad de defenderse o de huir de la situación que nos daña, el sistema de defensa del organismo puede verse colapsado y no es capaz de procesar adecuadamente lo ocurrido ni de elaborar una respuesta de control. Debido a lo cual, el sistema de defensa se mantiene en un inadecuado estado de alerta permanente que va a provocar que ante cualquier estímulo relacionado con la situación traumática se disparen las mismas reacciones a nivel fisiológico, cognitivo, comportamental y emocional que se pusieron en marcha ante el acontecimiento traumático. >>

Virginia Mora, Experta en Violencia y Trauma.

Uno de los problemas con respecto al trauma y cómo afrontarlo es la falta de denuncia por parte de la víctima, ya sea porque tema las consecuencias del agresor o porque este sea un familiar o persona próxima a la familia.

En ocasiones, es el propio profesional de la salud quien se ve imposibilitado a ofrecer una “solución” más allá de ayudar a la persona a sobrellevar su situación.

Tal y como tuve la oportunidad de comprobar hablando con una colega, docente universitaria de un país iberoamericano que además recibía en terapia a personas de barrios desfavorecidos.

Ella me narraba cómo estaba atendiendo a una madre de una menor, la cual era abusada por su padre, una situación de la que no podía “salir”, pues no quería abandonarle, ni contaba con medios o recursos para independizarse y dejar todo aquello atrás.

Mi compañera me contaba con resignación lo limitado de su intervención, máxime cuando ni siquiera era a la menor a la que atendía sino a su madre. Una situación “sin salida” en la cual la madre sufría por los abusos de su hija sin poder “hacer nada”.

<<¿Cómo se trata el trauma?

La intervención psicológica con las personas que han sufrido un trauma va a depender en gran medida del enfoque y abordaje terapéutico que utilice cada profesional.

Diferentes autores especializados en trauma como Pierre Janet, Van del Kolk o Herman, establecen la necesidad de abordar la intervención por fases.

En una primera fase de Estabilización, el objetivo será la reducción o eliminación de sintomatología postraumática. Se trata de dotar a la persona de recursos y herramientas para la regulación y autocontrol emocional, aprendizaje de estrategias de afrontamiento y fortalecimiento de sus recursos personales. En definitiva, tiene que ser una fase de empoderamiento.

En una segunda fase nos centraremos más en una intervención sobre el hecho traumático. Se trata de superar la fobia al recuerdo, procesando adecuadamente lo vivido de tal forma que pueda ser “engranado” en la narrativa biográfica de la persona. La memoria traumática suele estar fragmentada, sin narrativa, con recuerdos sensoriales de gran impacto y sin integración. El objetivo por tanto es integrar. En esta fase pueden utilizarse técnicas como el E.M.D.R. (Eye Movement Desensitization and Reprocessing) que están demostrando una gran eficacia en el abordaje del T.E.P y otros trastornos derivados de una situación traumática.

Finalmente, se trata de consolidar la integración, facilitar el duelo y reconectar a la persona de nuevo con su ambiente consiguiendo una adaptación óptima a su vida diaria y en sus relaciones interpersonales.>>

Virginia Mora, Experta en Violencia y Trauma.

El maltrato pues va a convertirse en una fuente importante de estrés en el mundo emocional algo que no va a afectar a todo el mundo por igual ya que va a depender mucho del desarrollo de la inteligencia emocional que se tenga, pero especialmente de la resiliencia.

<<Existen personalidades más resistentes al estrés y por tanto a la traumatización, que se caracterizan por tener un adecuado control de las emociones, valoración positiva de sí mismo, estilo de vida equilibrado y contar con apoyo social entre otras características.

Es a lo que nos referimos cuando hablamos de las capacidades de resiliencia o resilientes de una persona, la capacidad de los seres humanos sometidos a los efectos de una adversidad, de superarla e incluso salir fortalecidos de la situación.>>

Virginia Mora, Experta en Violencia y Trauma

Si bien el término de resiliencia surgió del testimonio de los supervivientes de los casos más extremos a los que se puede someter a una persona, tal y como fueron los campos de concentración nazi en la Segunda Guerra Mundial.

En donde se analizó, por qué unos habían sobrevivido y otros no, y de los supervivientes, por qué unos conseguían "rehacer su vida" y otros estaban sumidos en la desesperación; y eso que todos habían vivido los mismos horrores de la guerra.

De este análisis y de testimonios como el de Viktor Frankl, quien desarrolló la logoterapia como método de afrontamiento de estas situaciones; es de donde surgió esta especie de "fórmula" para sobreponerse a cualquier adversidad; algo que parece estar ligado con el carácter de la persona, pero también con su forma de pensar y de ver la vida.

La resiliencia es una capacidad que se puede aprender y desarrollar, y que tiene un papel fundamental a la hora de proteger a la persona, ya que todo el mundo está expuesto al estrés diario, pero con un desarrollo adecuado de la resiliencia se puede aprender a superar las dificultades que vayan surgiendo, por ello es importante enseñarlo a los pequeños en edades escolares, con lo que ayudar a prevenir los efectos provocados por el abuso o maltrato que puedan experimentar en su vida.

El boom de los años ochenta sobre la Psicología Emocional, y en concreto de su rama más aplicada de la inteligencia emocional, ha permitido el desarrollo de todo un vocabulario tan específico que a veces no se está familiarizado con todos ellos, como es el caso de la Resiliencia, que puede ser entendida como el conjunto de capacidades y habilidades personales que tiene a disposición el individuo para hacer frente a las situaciones más difíciles como en los casos de abuso o maltrato y salir “victorioso” de las mismas.

Aunque algunos lo han identificado con una cualidad personal con la que se nace, algo así como el carisma, mayoritariamente se considera que se puede entrenar y mejorar, permitiendo así tener las herramientas adecuadas para superar hasta las circunstancias más difíciles de la vida, pero ¿A partir de qué edad es adecuado entrenar la Resiliencia?

Esto es precisamente lo que ha tratado de responder un estudio realizado por la Universidad de Hong-Kong cuyos resultados han sido publicados en la revista científica Universal Journal of Health.

En el estudio participaron doscientos cincuenta y siete estudiantes de instituto, teniendo el 86% entre los 16 a 20 años; y el resto más de 20 años, de los cuales la mitad eran chicas.

A todos se les administró una serie de cuestionarios para conocer su nivel de estrés, si existía sintomatología física asociada al estrés, la presencia de depresión, el nivel de autoconfianza, autoestima y optimismo del estudiante.

Los resultados informan que la mitad de los participantes consideran que tienen una adecuada resiliencia unido a un buen nivel de autoestima y de autocontrol personal.

En cuanto a la comparación en función del género, se encontraron mayores niveles de ansiedad y estrés con una menor percepción social entre las estudiantes.

Con respecto a los hijos de familias monoparentales que se corresponde con el 10% de los participantes, se observó que mostraban menores niveles de resiliencia y de autoestima comparado con el resto de sus compañeros.

Los resultados son cuanto menos preocupantes, debido a que la mitad de los estudiantes tienen una baja resiliencia, algo que se puede entrenar y que resulta muy útil tanto para aumentar la autoestima como el desempeño académico, además, y tal y como mencionan los autores, una escasa resiliencia puede acarrear un trastorno del sueño, asociado a la ansiedad, así como otros trastornos psicosomáticos.

El estudio destaca que son jóvenes en formación, y al igual que se preocupan desde el centro educativo de que hagan deporte porque están desarrollándose físicamente, también sería conveniente establecer programas de enseñanza de resiliencia, con lo que mejorar su inteligencia emocional y con ello hacerles más competentes a la hora de afrontar el estrés y la ansiedad, algo que por otra parte parece afectar en mayor medida a las chicas, aspecto que a pesar de haber sido encontrado en otros estudios anteriores no parece estar todavía suficientemente explicado.

Por tanto, el desarrollo de la resiliencia es una vía fundamental de apoyo a las víctimas de maltrato y abuso ya que las ayuda a sobrellevar las situaciones de estrés vividas, y con ello a superar en la medida de lo posible dichas experiencias con lo que “continuar” con su vida sin que se produzcan traumas que condicionen su modo de verse a sí mismo o de relacionarse con los demás.

Lo ideal sería que dentro de la familia o la escuela se ayudase al menor a desarrollar la resiliencia, de forma que estuviesen preparados para “soportar” cualquier tipo de agresión durante su vida, reduciendo así los efectos psicológicos asociados al abuso o maltrato recibido.

Capítulo 2. Maltrato Infantil

La personalidad se va construyendo durante la infancia, un período crítico incluso para las emociones. Si pensamos que es precisamente en estos momentos cuando el individuo se va conformando se ha de entender que el medio ambiente donde vive es fundamental para un correcto desarrollo.

A edades tempranas la opinión, corrección e incluso reprimendas es la forma en que pueden educar los padres; papel que se amplía a los profesores con el tiempo; y a los compañeros a edades de preadolescencia y adolescencia.

La privación de una estimulación adecuada puede estar en la base de un desarrollo incompleto por parte del menor, de ahí que en la infancia sea positiva cuanta mayor estimulación se requiera para aumentar las posibilidades de desempeño posterior.