banner banner banner
Nieve De Colores
Nieve De Colores
Оценить:
 Рейтинг: 0

Nieve De Colores


Quizás esto mismo me sucedería con mi amiga, pero ¿por qué me habría enviado este mensaje y con una foto tan rara?

Si no la conociese bien, pensaría que se ha equivocado, pero sé que no le gusta molestar y que tampoco sabe cómo pedir ayuda cuando lo necesita, pues solía dejar notas, o imágenes, indicativos de aquello que quería o necesitaba.

Todavía recuerdo con cariño aquella vez que dejó una revista de vestidos de bodas sobre mis apuntes, cuando había salido un momento al baño, y cuando regresé a mi lugar de estudio en la biblioteca me la encontré allí.

Al principio me extrañó aquello, y luego la vi sonriendo a distancia, estaba esperando mi reacción. Era una forma algo infantil para mi gusto, pero muy clara y precisa.

Lo más seguro que aquella foto fuese eso, una comunicación sobre algo, o una petición de ayuda, pero no entendía el contenido del mensaje, por mucho que lo miraba no conseguía observar nada más que un montón de nieve manchada de color, ¡Quizás fuese eso!, el color debía de ser lo importante.

Tras agradecerle al encargado de tecnología la ayuda que me había proporcionado, me volví a mi lugar de trabajo y desde allí busqué en internet a ver si encontraba algo sobre nieve, colores y Rusia.

Para mi sorpresa leí varios artículos que hacían referencia a extraños fenómenos atmosféricos, de nieve amarilla, o azul, y la explicación sugerida era que dicho color se adquirió por una elevada concentración de productos ferrosos y otros metales en las nubes.

En Siberia Occidental, nevó nieve de colores, la mayoría fue de color amarillo, pero también se pudieron observar de tonalidades anaranjada y hasta azulada, toda esa nieve cayó en una extensión de 100 kilómetros de longitud por un kilómetro de ancho, afectando a cerca de 30.000 habitantes, esta nieve además era viscosa y expedía mal olor.

Según grupos ecologistas mencionados en esos artículos periodísticos, esto podría deberse al mal funcionamiento de una refinería o una fábrica de abonos químicos que habían soltado al medio ambiente sustancias que llegaban a “teñir” las nubes.

A pesar de que pudiese ser curioso, no veía que fuese motivo suficiente para que ella hubiese ido personalmente allí, pues no se trataba nada más que de un espectáculo como el de los fuegos artificiales, bonitos, pero nada más.

Lo que estaba claro es que ella estaba en Rusia cuando me envió el mensaje y que todo tenía que ver con la nieve de colores.

Ahora entendía un poco mejor de que iba todo aquello, aunque seguía sin comprender muy bien qué se suponía que debía de hacer, esperar a su llamada, o irla a buscar, si al menos me hubiese dado un número de teléfono al que contactar se lo podría preguntar.

Estando en esto me llamó un compañero y me dijo,

–Mira ahí, en la televisión ―Y para mi sorpresa se trataba de una noticia de Rusia, en el que aparecía un río en donde había miles de peces muertos.

Eso no tendría la mayor importancia en un país donde el cuidado del medioambiente no es una prioridad si no fuese porque esas imágenes fuesen del río Nevá a su paso por San Petersburgo, y que fueron tomadas por unos turistas.

Al principio no le di más importancia, pues es algo que sucede todos los días incluso en los países más industrializados, donde las empresas vierten al río por error sustancias contaminantes que aniquilan toda vida en el agua, y este lo diluye reduciendo el impacto medioambiental a la vez que lo extiende hacia zonas alejadas. Estas imágenes de San Petersburgo seguro que se refieren a zonas más elevadas del río donde se contaminó, de ahí la concentración de peces muertos.

Bueno, aquello empezaba a parecerse a un rompecabezas, dos noticias sobre Rusia en el mismo día, y ambas con efectos nocivos para la naturaleza, no sé si eso era suficiente para iniciar una investigación periodística por lo que fui a mi superior y le comenté el caso resaltando la oportunidad de proporcionar una noticia fresca y de gran interés mediático contado de primera mano desde el lugar de los hechos.

Él al principio estaba reticente, porque no veía que pudiese haber relación entre ambos acontecimientos, sobre todo cuando la distancia entre las dos localidades implicadas era grande, pero insistí y lo único que conseguí es una escueta media página que debía de rellenar en una semana, ¿y qué hago con una semana?, si no conozco a nadie de Rusia a quien le pudiese preguntar.

Lo del trabajo estaba bien, pues seguro que con la breve información que había recogido podría escribir esa media hoja sin problemas, pero lo más importante para mí es que me había servido de excusa para tener tiempo para poder buscar a mi amiga.

Volví a mi despacho y seguí mirando en internet, para ver qué podía averiguar de la vida de ella desde que nos separamos, así pude comprobar que había saltado de trabajo en trabajo, y que había empezado a dar clases en una universidad, ese era el último puesto conocido, ¡ella en la universidad, no me lo creo!

Si era una antisistema, a todo veía pegas, decía que únicamente trabajaba para pagar sus facturas, pero que no creía en la forma en cómo funcionaba la sociedad, y a donde ha terminado, adoctrinando a las nuevas generaciones, formándolas para que sean unos buenos ciudadanos.

Una vez hecho este pequeño descubrimiento, llamé a la universidad para interesarme por aquella profesora, mi amiga.

–Hola, buenos días, ¿cómo está usted?

–Bien, gracias, ¿en qué le puedo ayudar?

–Estoy intentando localizar a una profesora que imparte docencia ahí.

–Bien, dígame ¿de quién se trata?

–Se llama Magui Robtson.

–Espere un momento, sí, ya veo, en este semestre no tiene docencia, ¿cuál es el motivo de su llamada?

–Intento localizarla, soy un antiguo amigo.

–Pues voy a ver si está en su despacho, espere un segundo ―Y me puso una de esas músicas tranquilizadoras casi hipnóticas y tras un momento me dijo―, no la he encontrado en el despacho, pero le voy a pasar con su director de tesis, espere un momento.

¡Director de tesis!, bueno, mejor es nada, al menos empiezo a conocer a qué se dedica.

–Buenos días, dígame ―dijo una voz ronca al otro lado del teléfono.

–Buenos días, estoy buscando a Magui Robtson, ¿sabe dónde puedo encontrarla?

–Claro que sí, en la Antártida, está haciendo una investigación en los polos.

–¿No está en Rusia? ―pregunté desconcertado.

–No, en la Antártida, al parecer las heladas llegaron antes de tiempo y quedaron aislados por meses, nada de lo que haya que preocuparse, tienen comida y alimento de sobra, y están a resguardo.

A mí eso me extrañó muchísimo a pesar de lo cual agradecí la información y colgué.

¿Si está en la Antártida, por qué me envía una imagen de Siberia desde Rusia?, ¡no tiene sentido!, algo no encajaba.

A mí todo aquello me dejó intranquilo así que busqué información sobre ese director de tesis y sobre los proyectos en que trabajaba, y ahora mismo estaba investigando sobre el cambio climático y el derretimiento de los polos, un estudio que no le veía ninguna relación con lo que había trabajado hasta ahora mi amiga, como mujer del tiempo.

Bueno, puede que por curioso o por algún capricho del destino puede que se haya encontrado con algo que no quería, o que estuviese buscando una nueva noticia.

Lo que parecía claro es que debía de haber cambiado mucho desde que la conocí pues ahora parecía ser una mujer amoldada a la sociedad que buscaba objetivos académicos.

A pesar de todas las dudas que me estaban surgiendo tenía claro que quería conocer qué le había pasado a mi amiga, aunque hubiese trascurrido mucho tiempo sin saber de ella, pero por algún motivo que ahora no llegaba a comprender había regresado a mi vida, y quería descubrir al menos qué tal se encontraba.

La respuesta quizás la debiese de conocer su director de tesis, pues compartirían mucho tiempo juntos, además de inquietudes e intereses, pues seguía sin estar convencido de ese dato sobre su paradero.

La explicación alternativa es que alguien en Rusia, hubiese descubierto la clave de la cuenta de mi amiga, y me haya enviado esta imagen sin más interés que el artístico, algo que me parecía demasiado descabellado para ser cierto.

Sabía que tarde o temprano me tendría que dirigir a Rusia, por lo que no me lo pensé más y me dediqué a buscar vuelos de avión, bien que hiciesen escala en Frankfurt o Viena, estando en ello me invadió un sentimiento de preocupación, “si bien puedo llegar, pero una vez allí ¿por dónde empezaría?, pues se trata del país más extenso del mundo”

Tenía dos opciones claras para mí, dirigirme a la localidad donde se debió de tomar la foto, o dirigirme a San Petersburgo, ambas me llevarían a donde había noticia, con lo que conseguiría financiación por parte de la revista para realizar el reportaje.

Decidí empezar por lo más accesible, ir a San Petersburgo, para ello concreté mi viaje a Moscú y de ahí en vuelo interno con una duración de casi dos horas.

Otro asunto que tenía que resolver era la forma de comunicarme, pues a pesar de que me gustaría conocer muchos idiomas entre los que hablaba no se encontraba el ruso.

Por lo que escribí un e―mail a un periódico local para ver si ellos me podían proporcionar el servicio de traducción que iba a necesitar durante mi estancia, pensando en que al ser del mismo sector periodístico me prestarían toda la ayuda que necesitase.

Ya tenía todo preparado, incluso me había sacado una lista de palabras traducidas del ruso, y escritas tal y como suenan para facilitar el trayecto entre mi llegada a Moscú y coger el vuelo a San Petersburgo.