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Psicología Del Sueño
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Psicología Del Sueño


El descubrimiento del reloj interno posibilitó el desarrollo de un campo de investigación que estudia cómo los ciclos externos, y ahora internos, influyen en todos los órdenes de la vida cotidiana, tanto en las relaciones sociales, el rendimiento laboral o educativo; o en la salud.

Un ciclo el de sueño-vigilia que en la mayoría de coincide con el de oscuridad-luz, siendo durante la noche donde se producen algunos de los fenómenos más importantes para la salud física y mental, como la sobreactivación del sistema inmune, a la vez que se crean las huellas de memoria de lo vivido y aprendido durante ese día.

<<El sueño es esencial para procesos cognitivos tales como la memoria y el aprendizaje, y también está estrechamente conectado a los sistemas periféricos, tales como el sistema inmune y el metabolismo.

Dª. Vilma Aho, Biocientífica, Equipo del Sueño de Helsinki, Instituto de Biomedicina de la Universidad de Helsinki (Finlandia).>>

Uno de los procesos más sensibles de la salud es la calidad del sueño, viéndose éste cambiado cuando se está preocupado por algo, igualmente se ha observado cómo el sueño puede verse alterado cuando se experimenta alguna psicopatología, tal y como sucede con los trastornos del estado de ánimo, en especial con el trastorno por depresión mayor y el trastorno de ansiedad.

Por otra parte, se conoce desde hace tiempo que las mujeres son más sensibles a padecer estos trastornos del estado de ánimo, especialmente con respecto a lo que se refiere a la depresión.

Pero ésta relación entre el estado de ánimo no parece ser igual durante toda la vida de la mujer, si no que va cambiando en función de su ciclo de fertilidad, que se concentra en tres períodos principalmente, antes de la menarquía (o del primer sangrado de origen menstrual), durante la etapa de fertilidad femenina, y la menopausia (en que se detiene la menstruación).

Siendo la mujer especialmente sensible a estos trastornos del estado de ánimo durante la segunda fase, que suele ser la más longeva, abarcando desde la pubertad hasta la madurez tardía, pero ¿Se puede encontrar relación entre las distintas fases, el estado de ánimo y la calidad del sueño?

Esto es precisamente lo que se trata de averiguar con una investigación llevada a cabo conjuntamente desde el Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias, Instituto Nacional de Salud; el Departamento de Fisiología, la Unidad de Investigación del Sueño, Universidad de Turku; el Departamento de Obstétrica y Ginecología y el Centro del Corazón, Hospital Universitario de Turku; el Departamento de Neurofisiología Clínica, Hospital del Distrito de Pirkanmaa; el Departamento de Fisiología, Universidad de Helsinki; el Departamento de Psiquiatría de la Adolescencia, Hospital Central Universidad de Helsinki junto con la Facultad de Medicine, Universidad de Tampere (Finlandia) cuyos resultados han sido publicados en la revista científica B.M.C. Psychiatry.

En el estudio participaron sesenta y una mujeres, separadas en tres grupos, once, entre 20 a 26 años (en pleno ciclo menstrual); veintiuna, entre 43 a 51 años (en fase pre-menopáusicas); y veintinueve, entre 58 a 71 años (en plena fase menopáusicas). Con respecto al segundo y tercer grupo, se garantizó que ninguna de las participantes había empleado terapia hormonal durante un año previo al estudio.

También se garantizó que sólo se incluyeran participantes que no mostraron ningún trastorno del sueño específico.

A todas las participantes se les administró el cuestionario estandarizado B.D.I. para evaluar la presencia de sintomatología depresiva, también se evaluó la calidad del sueño a través del cuestionario B.N.S.Q. sobre el insomnio subjetivo a través de un cuestionario estandarizado sobre el sueño.

Todas llevaron un diario del sueño durante tres semanas antes y después del estudio donde debían de registrar la hora de ir a dormir y la de levantarse.

Además, se realizó un análisis de la sangre para evaluar los niveles de estradiol conocida como la hormona esteroide sexual femenina.

Y por último se tomaron datos sobre las primeras fases del sueño a través de la actividad eléctrica cerebral (E.E.G.), de la conductancia eléctrica (E.C.G.) y de la mandíbula (E.M.G.).

Los resultados muestran cómo con respecto a los síntomas depresivos evaluados con B.D.I, no se mostraron síntomas entre las más jóvenes, presentando sintomatología leve o moderada en las mujeres pre-menopaúsicas y menopaúsicas.

Siendo las mujeres más jóvenes las que tienen más tiempo de sueño, con menos interrupciones durante la noche, con menores puntuaciones de insomnio.

Encontrando una relación entre los niveles más elevados de sintomatología depresiva con el insomnio, que sufrían las mujeres pre-menopáusicas y especialmente las menopáusicas.

A pesar del esfuerzo de la investigación, son pocas las participantes para poder establecer una correcta relación, además de necesitar incluir un grupo previo de comparación con mujeres antes de que tengan su primera menstruación.

Dicho lo cual, queda evidenciada la relación entre el estado de ánimo en mujeres y las alteraciones del ciclo sueño-vigilia.

Pero si ya era sorprendente descubrir la utilidad del sueño, aún más misterioso fue observar cómo dentro del propio sueño se van sucediendo procesos de forma repetitiva. Uno de los ciclos internos más importantes es el que se produce mientras el cuerpo está en reposo, es el denominado ciclo del sueño, en el que se suceden dos fases consecutivas bien diferenciadas, la fase de M.O.R. (Movimientos Oculares Rápidos) y la No-M.O.R.; donde el final de una fase da paso a la siguiente, así toda la noche hasta el momento de despertase.

- En la fase M.O.R. también conocida como fase de R.E.M. (Rapid Eyes Moviment), producen movimientos oculares rápidos, y es cuando el cerebro está tan “activo” como cuando se está despierto, produciéndose el sueño paradójico, ligero y fácil de interrumpir.

Cuando se despierta a una persona en esta fase y se le pregunta sobre el contenido del sueño, éste se suele describir como muy vivido, con gran cantidad de detalles y elementos, aunque con ausencia de “linealidad” tanto temporal como espacial en la argumentación.

La explicación a esto se encuentra en la desactivación de algunas regiones del cerebro, sobre todo las implicadas con el movimiento de forma que la persona no “actúe” como sujeto dentro de su sueño, evitando que realice los mismos movimientos del sueño en su cama.

Otra de las áreas desconectadas, son precisamente las que tienen que ver con la “linealidad” argumental espacio-temporal, de ahí la falta de conexión de las escenas y su aparente “sinsentido”.

- En la fase No M.O.R. o No R.E.M., también conocido como de sueño lento, no se producen movimientos rápidos oculares, en ésta fase el cerebro está “descansando”, teniendo un sueño profundo y difícil de despertar, cuando se hace, la persona escasamente recuerda lo soñado, siendo normalmente próximo a la experiencia vivida durante el día anterior. En esta fase la actividad neuronal es más bien baja, y el contenido del sueño está más asociado a las preocupaciones diarias.

<<Durante las fases de sueño, los cambios en la actividad cerebral se sincronizan a los cambios del sistema nervioso autónomo y al tono muscular.

Dª. Vilma Aho, Biocientífica, Equipo del Sueño de Helsinki, Instituto de Biomedicina de la Universidad de Helsinki (Finlandia).>>

Tal y como cabría pensarse de cualquier reloj de pared, en donde con el tiempo debe de ajustarse para corregir el retraso que provoca el mecanismo interno de contrapesos, igualmente el ciclo interno de sueño-vigilia tiene un mecanismo para reajustarse, para que coincida con el ciclo de día-oscuridad, sabiendo que aunque este parezca estable en el tiempo, va cambiando, sólo hay que recordar que en invierno los días son más cortos y las noches más largas, y al revés, en verano los días son más largos y las noches más cortas.

Pero hubo que esperar hasta que el espeleólogo y geólogo francés Michel Siffre permaneciese durante 12 meses encerrado en una cueva de Clamouse, en el departamento de Hérault, en la región de Languedoc-Rosellón (Francia), para conocer la necesidad de ese mecanismo de sincronización con las horas del sol.

Los datos recogidos meticulosamente durante cada uno de los días que pasó allí dentro fueron sorprendentes, al observar cómo a pesar de permanecer largos períodos sin luz el citado espeleólogo mantenía un ritmo constante de temperatura, ingesta o sueño, de un poco más de 24 horas.

Unos resultados que son difíciles de observar en una civilización avanzada como la actual donde todos usan la electricidad ya sea antes de que salga el sol o cuando este se ha ido, y que sigue un ritmo más o menos regular de 8 horas de sueño, y donde cada poco, el que más o el que menos, está mirando al reloj para saber si llega a tiempo al trabajo o si es la hora de cierre del supermercado.

Similares resultados se obtuvieron en mamíferos confinados en ambientes de laboratorio controlados, donde se suprimía cualquier tipo de señal que pudiese informar si era de día o de noche.

Datos que constataban la existencia de un ciclo de casi 25 horas que rige la vida, y que de alguna forma se ajusta cada día para poder hacer lo mismo a las mismas horas y con ello poder rendir mejor.

Seguro que, si te paras a pensar, casi todos los días te levantas a la misma hora, desayunas más o menos a la misma hora, empiezas a tener ganas de comer a medio día más o menos a la misma hora, … incluso hay quien presume de la regularidad en cuanto a ir a “evacuar” todos los días a la misma hora; y todo ello por un mecanismo denominado de sincronización.

<<La sincronización del sueño y la vigilia se controla por dos procesos: el ritmo circadiano y la presión homeostática del sueño.

- El ritmo circadiano (circa => cerca de; diano => un día) oscila durante el día y la noche, el momento de la actividad de los animales diurnos es el tiempo del día y el de las especies nocturnas es la noche.

La luz arrastra el reloj maestro en el N.S.Q. (Núcleo SupraQuiasmático) del cerebro. El N.S.Q. interviene en la regulación de señales neurohormonales y la sincronización de otros ritmos del organismo, por ejemplo, el sueño, la alimentación y el metabolismo.

- La homeostasis (homeos => similar; stasis => estado), por definición, trata de mantener el sistema estable y relativamente constante. El proceso homeostático del sueño mide la necesidad de sueño, aumentando durante la vigilia y disminuyendo hacia la línea basal durante el sueño.

Dª. Vilma Aho, Biocientífica, Equipo del Sueño de Helsinki, Instituto de Biomedicina de la Universidad de Helsinki (Finlandia).>>

Algo que parecía tan “sencillo” como irse a la cama y descansar hasta el día siguiente, es más complejo de lo que cabría esperar, ya que el sueño tiene un principal papel en el órgano más complejo del cuerpo, el cerebro, que en un adulto puede contener alrededor de cien mil millones de neuronas; cada una de las cuales, puede estar conectada con otros miles de ellas.

Gracias a esta distribución de los nervios, el cerebro recibe información tanto del exterior, a través de los sentidos, la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto; como del interior, percibiendo sensaciones de hambre, cansancio, y dolor, cuando éste se produce.

Toda esa información es ordenada, procesada y tenida en cuenta por el cerebro a la hora de tomar las decisiones oportunas. Un órgano fundamental e imprescindible, desde el que se gobierna el resto del cuerpo, la temperatura, el hambre, el sueño…, así como la conducta externa mediante el control de los movimientos finos y gruesos de los músculos.

Lo más extraordinario de éste enigmático órgano, es que gracias a él se producen los denominados procesos superiores o cognitivos tales como la atención, la percepción, la memoria o el pensamiento, que configura a la especie humana y dentro de ella como individuo, y que permite relacionarse con el medio ambiente que le rodea y consigo mismo.

El cerebro, el órgano más importante del cuerpo debido a que es quien permite pensar, sentir y actuar, además de ser desde donde se controla el resto del organismo funciona mediante conexiones eléctricas y químicas.

Además de las inervaciones directas entre estructuras cerebrales, que establecen comunicación entre ellas mediante impulsos eléctricos, hay que tener en cuenta que existe toda una red de conexiones, más difíciles de concretar, gracias a las sustancias químicas que sirven como medio de comunicación, a través de las conocidas como neurohormonas, entre las que se encuentran:

- La dopamina que suele estar asociada a la consecución del placer y el deseo sexual, activando el sistema nervioso simpático, necesario para los nuevos aprendizajes, basados en el deseo por conseguir el refuerzo. Altos niveles mejoran la motivación, el buen humor y el deseo sexual. Su inhibición produce desmotivación, indecisión, bajada de la libido e incluso depresión. Producido desde el área tegmental ventral llega hasta el núcleo acumbes, la amígdala, el área septal lateral, el núcleo olfatorio anterior, el tubérculo olfatorio y el neocórtex.

- La oxitocina, asociada a la empatía, el deseo sexual y a la conducta paternal, facilitando la formación de vínculos afectivos. Producido en el núcleo supraóptico y el núcleo paraventricular del hipotálamo hasta llegar a la hipófisis y de ahí al torrente sanguíneo.

- La noradrenalina, implicado en la atención, el aprendizaje, la sociabilidad y la sensibilidad a las emociones y deseos de los demás. Altos niveles provocan facilidad emocional, hipervigilancia y deseo sexual. Su inhibición produce falta de concentración, desmotivación, depresión, pérdida de libido y reclusión en uno mismo.

- La acetilcolina, afecta a la capacidad de retención de la memoria a corto plazo. Niveles altos facilitan el aprendizaje y la memoria. Su inhibición produce problemas de aprendizaje y memoria que pueden llevar a la demencia senil.