Puzle para el bienestar
coloca tú las piezas
Raquel González Hervías
© Raquel González Hervías
© Puzle para el bienestar: coloca tú las piezas
Agosto de 2021
ISBN papel: 978-84-685-6059-5
ISBN ePub: 978-84-685-6142-4
Editado por Bubok Publishing S.L.
equipo@bubok.com
Tel: 912904490
C/Vizcaya, 6
28045 Madrid
Reservados todos los derechos. Salvo excepción prevista por la ley, no se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. La infracción de dichos derechos conlleva sanciones legales y puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.
Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).
Índice
Agradecimientos
Prólogo 24 de julio de 2017
Pieza-Aprendizaje 1: No pasa nada, no hay prisa, aprendiendo a ser paciente: ¿Que es más importante la paciencia o el conocimiento?
Pieza-Aprendizaje 2: Colocando nuestro propio puzle: el tiempo, su saber hacer, nuestra actitud ante la vida y nuestros estilos de afrontamiento
Pieza-Aprendizaje 3: La vida es una metáfora: la barca, el tren, los cajones. Coloca tus relaciones en el lugar que pienses que debe estar
Pieza-Aprendizaje 4: Cuando aprendí que perder era aprender, gane la capacidad de aceptación y adaptación para seguir disfrutando la vida con cada pérdida
Pieza-Aprendizaje 5: Del pensamiento a la emoción pasando por la psicología cognitiva
Pieza-Aprendizaje 6: Las emociones las ofrece la vida para aprender, crecer y ser mejor persona. Todas las emociones son necesarias: De la emoción a la conducta pasando por la psicología conductual
Pieza-Aprendizaje 7: La alimentación, las horas de sueño y la organización de la vida
Pieza-Aprendizaje 8: Ejercicio físico y otras fuentes de placer: Aprendiendo a secretar endorfinas
Pieza-Aprendizaje 9: El poder de la meditación, la atención plena y vivir en el momento presente
Pieza-Aprendizaje 10: Aprendiendo a aburrirte: La importancia de aprender a no hacer nada, escuchar a tu cuerpo y ser feliz en soledad
EPÍLOGO
Agradecimientos
A mis padres porque sin ellos no sería la persona que hoy soy.
A Lucia por inspirar hace muchos años lo que hoy es el comienzo de estas líneas, a su madre, Gema, gracias amiga, por tanto y tanto aprendizaje y tantas y tantas reflexiones compartidas, este escrito es un trocito tuyo.
A mis estudiantes por lo mucho que me enseñan cada día y porque de mis debates y reflexiones con ellos sigo aprendiendo continuamente.
A ti, igual algún día podremos compartirlo y reírnos, porque gracias a todas las turbulencias emocionales que me has generado nace la motivación para empezar a escribir estas líneas, porque de todas las emociones sale siempre algo positivo, la clave es saber transformarlo, encontrarlo y dirigirlo e ir construyendo paso a paso y sin prisa cada una de nuestras realidades y el puzle de nuestra propia vida. Porque la constancia, a veces, es la base del éxito y porque quien la sigue la consigue.
Y como todo llega, llegó el día que pudimos compartir juntos y seguir riéndonos de la vida y de sus avatares. Hemos sido más rápidos en gestionar nuestras emociones conjuntas que yo en acabar este escrito.
Prólogo
24 de julio de 2017
Hoy me di cuenta que llevo años queriendo hacer esto y como soy persona de hacer realidad mis sueños pues me he puesto a ello. Mi verdadera motivación es poder aportar algo a todo aquel que en algún momento se haya sentido como un ser humano normal, excepcional, mediocre, deprimido, enfadado, alegre, feliz, disgustado. Es decir, este libro va dirigido al ser humano que siente, al ser humano con emociones, por tanto todos podemos leer este libro porque todos sentimos y sentiremos durante toda nuestra vida ya que sin emociones no viviríamos y no seriamos humanos. Toda emoción aporta cosas, las que nos hacen sentir bien y las que nos hacen tocar fondo, todas ellas nos ayudan a seguir, a avanzar, a crecer y a ser mejores personas.
Un día en una de mis clases mientras hablaba de las emociones del ser humano y de cómo muchas veces nos sentimos muy mal, una de mis estudiantes levantó la mano y me refirió: “Raquel, pero, entonces tú siempre estás bien, tu siempre eres feliz, tienes estrategias para entender y explicar todo lo que pasa por nuestras cabezas”. Yo la miré, sonreí y respondí: recuerda que los psicólogos antes de ser psicólogos somos seres humanos, pensamos, sentimos, vivimos, sufrimos y también necesitamos compartir con otros seres humanos nuestros pensamientos, emociones y aquellas situaciones que nos perturban. De esta pregunta y su posterior reflexión empieza a fraguarse la idea de este libro. El poder compartir mis flaquezas y debilidades y el poder compartir mis estrategias de afrontamiento para conseguir ser mejor y vivir serena fue lo que me motivó para empezar a escribir y organizar este libro. No se trata de un libro de lecciones mías a nadie, no es el objetivo, sino de aprendizajes que la vida me ha ido dando y que desde los conocimientos que mi profesión me ha dado, me han resultado útiles para ser y estar mejor y que pienso pueden ser útiles para otras personas y hacer que su vida sea más feliz (Entendiendo que el concepto felicidad es relativo y muy diferente para cada ser humano)
Siempre me ha preocupado el ser humano, desde que recuerdo he observado las conductas y reflexionado sobre pensamientos y emociones de quienes me rodeaban. Hoy me encuentro con la motivación suficiente como para empezar este camino para a través de la palabra escrita contar aquellos aprendizajes útiles, por vida y profesión y compartirlos con otros seres humanos en su camino.
Quizás este libro no os aporte nada o quizás os haga ver la vida de otra manera, el objetivo fundamental es que a través de su lecturas seáis los “capitanes” de vuestra propia felicidad y entendiendo vuestras cabezas y pensamientos, observando y aceptando vuestras emociones, consigáis navegar cada día con un rumbo que os haga personas sanas, tranquilas y serenas que os permita conseguir todo aquello que deseáis y haga de vuestro camino por la vida algo sereno, tranquilo y feliz.
Pieza-Aprendizaje 1:
No pasa nada, no hay prisa, aprendiendo a ser paciente: ¿Que es más importante
la paciencia o el conocimiento?
EL QUE NO TIENE PACIENCIA ANTE PEQUEÑAS
DIFICULTADES FRACASA ANTE GRANDES PROBLEMAS
CONFUCIO
PIEZAS PARA COLOCAR:
PACIENCIA
ESPERA
RESILIENCIA
CONOCIMIENTO
Todo comenzó en 2008, un día disfrutando de un parque temático de nieve, una niña de 5 años, hija de una amiga, me preguntó: “Raquel, ¿Que es más importante la paciencia o el conocimiento?”
Yo llevaba desde el año 1995 viviendo en Madrid y desde ese momento me recuerdo viviendo con rapidez. Primero corriendo de la facultad de psicología al hospital, después de la facultad de enfermería al trabajo, más tarde del hospital y la consulta a los cursos de doctorado y en ese 2008 corría de impartir mis clases en las aulas de la universidad a tomar un avión para investigar en hospitales de Francia y sacar adelante mi tesis doctoral. En ese momento y ante esa pregunta me detuve a pensar porque ella con sus grandes ojos negros ávidos de conocimiento, esperaba mi respuesta.
Lucía, le dije, pienso que la paciencia, la paciencia es mucho más importante que el conocimiento, ya que con paciencia conseguirás cada día conocer y saber un poco más e irás disfrutando de ir aprendiendo poco a poco.
En ese mismo momento empecé a darme cuenta que llevaba 13 años corriendo buscando de un lado para otro el conocer, el saber, el crecer profesionalmente pero que todo había ido tan deprisa que no había parado ni un solo segundo a hacer consciente todo lo que estaba haciendo y a disfrutar del proceso y darle un significado a todo lo conseguido en mi vida. Reposé, pensé, reflexioné y me dije a mi misma que en 13 años que llevaba corriendo ni un solo día había tenido tiempo (o más bien disposición y necesidad) de pararme pacientemente a reflexionar, hacer consciente todo lo que llevaba aprendido, disfrutado y reforzarse por lo conseguido. Simplemente había normalizado un estilo de vida, esa era mi vida, correr y correr sin parar de hacer cosas.
Y así fue como empecé a darme cuenta de lo importante que es dejar de correr, dejar de hacer cosas sin parar y sentarse PACIENTEMENTE a pensar en lo conseguido y a disfrutar paso a paso y día a día de ello.
Esta pregunta me permitió instalar una nueva idea en mi cabeza (reseteo), ahí surgió por primera vez en mi vida el “sin prisa pero sin pausa” que mucho años después evolucionó a “no pasa nada, no hay prisa”, y este es el primer gran aprendizaje que me ha dado la vida y el primero que quiero compartir en este libro.
En la vida actual los seres humanos nos pasamos el día corriendo, haciendo miles de cosas, pensando miles de ideas, y muchos terminamos verbalizando que estamos estresados.
Los últimos datos sobre estrés en España indican que el 84% de la población vive estresada y que el 40% terminaremos sufriendo ansiedad y/o depresión asociados a nuestro actual estilo de vida.
Este estilo de vida hace no solo que vayamos corriendo sino que según indican los estudios no nos paramos a comer correctamente, no dormimos las horas que necesitamos y por tanto al final del día referimos estar cansados y estresados.
El estrés se ha visto que tiene una elevada comorbilidad con otro tipo de problemáticas físicas y mentales, tales como problemas cardíacos, digestivos o del sistema inmune. Y lo dicotómico de todo esto es que muchas veces necesitamos que una enfermedad digestiva o cardiaca o del sistema inmune se haga latente en nuestra vida para hacer consciente el estilo de vida que llevamos y nos pongamos manos a la obra para cambiarlo.
Por ello el aprendizaje 1 es empezar a preguntarnos ¿Por qué el ser humano necesita ponerse enfermo para darse cuenta que necesita resetearse e ir a otro ritmo que sea saludable para él? ¿Por qué no nos adelantamos a que esa enfermedad ocurra y modificamos aquello que nos está generando estrés o malestar? ¿Por qué no hacemos consciente que es lo que nos estresa y trabajamos para modificarlo?
Ante todas estas preguntas el aprendizaje hecho no es dejar de hacer cosas, ni siquiera pienso que sea necesario bajar el ritmo, la idea es pararnos a reflexionar sobre todo lo que estamos haciendo, y preguntarnos a nosotros mismos si eso que estamos haciendo nos permite disfrutar y ser felices. Por tanto dejar unos minutos diarios para valorar y preguntarnos si esto nos aporta lo que necesitamos y nos ofrece paz, serenidad y sosiego puede ser la clave para decidir si debemos seguir o si debemos resetearnos y modificar algo.
Muchas veces correr y ser activo forma parte de nuestra personalidad y hacer muchas cosas nos genera bienestar, por tanto, si la respuesta es SI, este es el ritmo que quiero llevar, entonces sigue adelante, continúa, pero tomate cada día, bien en medio de la actividad o al final del día, el tiempo que estimes oportuno para hacer consciente todo lo que haces y decirte a ti mismo lo muy gratificante que es para ti vivir así.
En este caso, no valdría instalarse en la queja por la vida que tenemos, ya que tras reflexionar y preguntarte a ti mismo, tú has decidido de manera consciente y libre seguir con ese ritmo de vida. Refiero esto porque muchas veces son las personas de alrededor, que nos quieren y viven cerca las que cargan con “nuestro estrés”. Por tanto debemos entender que ellos nos pueden acompañar desde el compartir y disfrutar nuestra vivencia con este estilo de vida que libremente nosotros hemos elegido, pero no es saludable volcar en ellos algo que si no nos gusta debemos modificar nosotros.
Por tanto si tu opción es el SÍ y deseas seguir a ese ritmo, a mi lo que me funciona es “parar unos minutos al día”, dedicarme un momento para mí, disfrutarlo, vivirlo, sentirlo y ahí es cuando me conecto plenamente conmigo misma y surge mi pensamiento “me gusta vivir activa y esto para mí no es una fuente de estrés sino una manera de vivir y ahora no quiero modificarla”.
También en este momento del día aprovecho para hacer lo que la psicología conductual llama refuerzo. “REFUERZATE” cada día por todo lo que haces y porque te gusta vivir así, verbaliza lo que estás consiguiendo y los aspectos positivos de este tipo de vida, dedica unos minutos a decirte: “Ahora es mi momento, ahora no hay prisa, me gusta vivir así, me gusta vivir de prisa y con este estilo de vida me siento bien”
Si por el contrario la respuesta a la pregunta inicial planteada es NO, no quiero seguir así, porque viviendo tan deprisa no estoy bien ni soy feliz. Entonces ha llegado el momento de dar un giro a tu timón, si el ir de prisa, te agota, te estresa, te agobia, ahora más que nunca es necesario parar, reflexionar y pensar ¿si esto no me permite estar bien, que puedo hacer yo para devolver la paz a mi vida?
Pues en mi caso la vida y la psicología nuevamente me han enseñado que el primer paso empieza por no quejarse, la queja hace que el ser humano se instale en un discurso negativo consigo mismo y que si además se lo trasmite a otros que también están instalados en la queja, se va alimentando al monstruo de la negatividad, el cual no nos permite avanzar y ser creativos para buscar salidas y soluciones a nuestras quejas.
Por tanto podemos verbalizar lo que nos ocurre y compartir con otros nuestra situación, tenemos derecho a expresar nuestro malestar momentáneo, tenemos derecho a sentirnos estresados y a que no nos guste nuestro exceso de actividad, pero debe ser algo puntual, no podemos quedarnos ahí instalados, es muy importante que a continuación empecemos a modificar nuestra conducta, es necesario analizar lo que nos ocurre y valorar qué opciones tenemos para cambiar y mejorar aquello que ahora nos genera malestar y no nos gusta. Es el momento de pensar y reflexionar sobre estrategias para modificar conductas y poder ser nosotros mismos los que empecemos a manejar aquello que nos perturba. Ser los artífices de nuestro propio cambio es fundamental, ya que como dice la psicología, para modificar algo que no aporta bienestar lo más importante es tener motivación para cambiarlo. Por tanto si somos nosotros quienes hacemos consciente que es lo que debemos cambiar y pensamos una estrategia para ese cambio estaremos más motivados que si nos lo recomienda un familiar o incluso un profesional sanitario. Por ejemplo, yo siempre digo que solo acompaño terapéuticamente hablando a dejar de fumar a un fumador que él mismo verbaliza que quiere dejar de fumar. Por tanto para modificar algo hace falta una primera premisa que es QUERER MODIFICARLO.
Aunque este libro parte de la base de no ser un libro científico ni un libro de autoayuda, en ciertos momentos, por mi profesión me resulta inevitable no hacer referencia a la psicología, y por tanto como diría la psicología conductual, todo lo hemos aprendido, y todo lo que se puede aprender también se puede desaprender, solo hay que estar motivado y querer hacerlo. Por tanto, si vivir deprisa ya no te gusta y ya no te hace feliz, pues modifícalo.
El segundo paso, una vez superado el momento de queja, pasaría más por el ámbito de la psicología cognitiva y por tanto sería reestructurar muchos pensamientos incorrectos que se instalan en nuestras cabezas cuando vivimos tan deprisa. Muchas veces pensamos que somos capaces de todo, que podemos controlarlo todo, que somos súper hombres o súper mujeres. Sin embargo sabemos que esto no es cierto y debemos optar por pensamientos más reales y saludables, a veces hay que asumir que hay muchas cosas de la vida que no se pueden conseguir y que escapan a nuestro control, el ser humano tiene opciones de maniobra, claro que sí, pero hay que tener en cuenta que hay cosas incontrolables para nosotros y que dependen de otras muchas variables que no son uno mismo y que por mucho que nos empeñemos, nos enfademos y nos peleemos debemos aprender a pensar más sanamente y entender que las cosas llegan cuando tienen que llegar, no antes ni después, llegan cuando es su momento o incluso hay cosas que no llegan nunca, entonces pasa por no enfadarse sino por aprender a aceptar que no siempre se consigue todo lo que se quiere y en el momento que se quiere. También es importante desterrar la valoración de las cosas como buenas o malas, tendemos a pensar que si conseguimos lo que queremos eso es positivo, mientras que si no lo conseguimos es negativo y entonces nos frustramos.
Cuando esto ocurre y algo no es como queremos, cuando algo no sale como deseamos, cuando nuestros pensamientos no son correctos, nuevamente hay que parar, respirar, bajar el nivel de angustia y reestructurar los pensamientos, a mí me funcionan diferentes ideas que me digo a mi misma: “Tranquila, no pasa nada, no hay prisa, disfruta el proceso, no te angusties por llegar a meta o conseguir el objetivo, porque este llegara cuando sea su momento, ah y recuerda, que si nunca llega ese momento y nunca ocurre lo que tanto deseas, tal vez es porque probablemente la vida sabe que ese objetivo podría no ser lo mejor para ti, pero céntrate en disfrutar del camino presente y no solo en el final”.
Por otro lado otra idea que también me funciona es “Aprende a esperar, se paciente, saborea cada instante de este camino, si finalmente no llegas a la meta que te configuraste puede ser por varios motivos, uno, apareció una bifurcación que te lleva en otra dirección hacia otro sitio, y si la vida lo pone en tu camino, hay que vivirlo y disfrutarlo y aprender a recorrerlo. Y dos si es porque no puedes conseguirlo, porque la vida te pone mil dificultades para ello, entonces piensa y reflexiona porque tal vez no sea el momento de tener eso que ahora deseas o por el contrario, esto en este momento no es bueno para ti”.
Os ofreceré una historia que uno de mis profesores durante mis cursos de doctorado me facilitó y que me hizo reflexionar mucho sobre las categorías de positivo o negativo que vamos otorgando a las situaciones y acontecimientos que nos van ocurriendo en la vida. La historia está tomada del libro “Sadhana, un camino de oración” del místico y sacerdote católico Anthony del Mello donde te das cuenta que los humanos nos empeñamos en categorizar las cosas en buenas o malas cuando en realidad no sabemos si algo que etiquetamos como bueno podría serlo a largo plazo o algo que etiquetamos como malo nos va a prevenir de algo peor o incluso nos conduce hacia algo mucho mejor. Lo ideal tras reflexionar con esta historia sería aprender a vivir la vida sin etiquetas, sin prejuicios y sin expectativas, sin embargo esto dadas las características de los aprendizajes que recibimos desde niños es altamente complejo para nosotros.
Una historia china habla de un anciano labrador que tenía un viejo caballo para cultivar sus campos. Un día, el caballo escapó a las montañas. Cuando los vecinos del anciano labrador se acercaban para condolerse con él, y lamentar su desgracia, el labrador les replicó: «¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe? Una semana después, el caballo volvió de las montañas trayendo consigo una manada de caballos. Entonces los vecinos felicitaron al labrador por su buena suerte. Este les respondió: «¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?». Cuando el hijo del labrador intentó domar a uno de aquellos caballos salvajes, cayó y se rompió una pierna. Todo el mundo consideró esto como una desgracia. No así el labrador, quien se limitó a decir: “¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe?». Una semana más tarde, el ejército entró en el poblado y fueron reclutados todos los jóvenes que se encontraban en buenas condiciones. Cuando vieron al hijo del labrador con la pierna rota le dejaron tranquilo. ¿Había sido buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?
Todo lo que a primera vista parece un contratiempo puede ser un disfraz del bien. Y lo que parece bueno a primera vista puede ser realmente dañino. Así pues, será una postura sabia que dejemos a la vida decidir lo que es buena suerte o mala
El aprender a no pegarse con la vida y dejarnos llevar por ella nos libra de mucho estrés y de mucha angustia. Nosotros decidimos muchas cosas de nuestra vida, de hecho somos los capitanes de la misma, pero asumir y entender que hay cosas incontrolables y que debemos dejar a la vida hacer sin valorar los resultados positivos o negativos de cada acción, centrándonos en el disfrute de la misma puede ser también muy saludable. Y cuando digo la vida me refiero a aquello que se pone en nuestro camino y sobre lo que no tenemos capacidad de control y tampoco de total valoración.
Como ya dijo Ghandi: Lo importante es la acción, no el resultado de la acción. Debes hacer lo correcto. Tal vez no esté dentro de tu capacidad. Tal vez no esté dentro de tu tiempo que haya algún resultado.
Con esta historia quiero que entendáis que a veces cuando una cosa sale o no sale no hay que valorarla como algo bueno o malo para nosotros, simplemente es algo que pasa en nuestra vida, es un resultado de una acción y solo el tiempo y nosotros mismos podremos de manera retrospectiva categorizar y calificar lo que significó esa situación en nuestra vida.
Por tanto ante lo que no es como queremos en la vida, quéjate lo justo, piensa soluciones a tus quejas y piensa que no hay prisa, que hay que hacer y actuar, pero que cada cosa tiene su momento, que lo importante es disfrutar el camino y si se consigue la meta, disfrutarla y saborearla y si no se consigue, es que igual la vida te previene de algo que no te haría feliz o que te aportaría dolor, como pasaba en la historia que acabamos de exponer. O también puede ocurrir que la vida te ofrezca esta situación para que desarrolles capacidades o habilidades que tienes pendientes por aprender, tales como la tolerancia a la frustración o la capacidad de resiliencia.
Actualmente en la sociedad en la que vivimos cada día nos resulta más complejo poder aprender a esperar en la consecución de nuestros objetivos. Vivimos en la era de los refuerzos inmediatos, queremos una información sobre algo y la podemos tener inmediatamente en internet, escribimos a un amigo y este puede contestarnos en ese mismo momento en nuestro teléfono móvil. Actualmente estamos codificados, en muchos planos de nuestras vidas, para tener las cosas que deseamos aquí, ahora y rápido. Sin embargo en muchos ámbitos de la vida las cosas no llegan de manera inmediata, a veces hay retos y objetivos que requieren de tiempo y esfuerzo, por tanto el gran aprendizaje es aprender a esperar pacientemente a conseguirlo y sobre todo estar bien mentalmente y conductualmente mientras esperamos a conseguir aquello que deseamos.
En psicología recientes estudios indican que muchos seres humanos y sobre todo las nuevas generaciones tienen una muy baja tolerancia a la frustración, no tienen capacidad de espera y adaptación para conseguir sus objetivos y parece que piensan que las cosas deben llegar sin mucho esfuerzo y ocurrir como y cuando ellos lo desean, lo cual implica un periodo corto de espera.
Por tanto cuando las situaciones de vida no son o no ocurren como uno quiere parece que el ser humano se frustra y esta frustración no solo no le permite conseguir sus objetivos sino que le hace reaccionar con conductas, pensamientos y emociones que no son del todo correctas, lo que determinará su actitud frente a la ejecución de esa tarea, de otras tareas y la manera de relacionarse dentro del entorno en el que vive.