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Inteligencia Emocional En La Escuela
Inteligencia Emocional En La Escuela
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Inteligencia Emocional En La Escuela


Cuando la principal actividad de los niños y adolescentes es acudir a clase, los resultados académicos parecen ser el mejor indicador de su progreso.

Cualquier padre se preocuparía por un bajo rendimiento escolar, buscando soluciones al respecto, ya sea con un profesor particular o restringiendo las horas de juego.

Igualmente, cuando un joven reprueba un curso, teniéndolo que repetir, los padres suelen vivirlo como un fracaso personal, pues saben que a la larga eso puede tener efectos en el futuro del menor.

Una situación que en ocasiones en vez de convertirse en una "segunda oportunidad" se transforma en un problema para el menor al verse marcado como el "repetidor", teniendo que convivir con alumnos de menor edad, mientras ve cómo sus compañeros siguen progresando en sus estudios.

Muchos son los factores que van a hacer que el joven enmiende su actitud y desempeño, para poder rectificar aquello que le lleva al fracaso académico, pero ¿Se puede predecir el buen rendimiento escolar?

Esto es precisamente lo que se ha tratado de responder con una investigación desde la Facultad de Psicología, Universidad de Padjadjaran (Indonesia) junto con la Universidad de Busoga (Uganda) cuyos resultados han sido publicados en la revista científica The Open Psychology Journal.

En el estudio participaron ciento un estudiante. Todos ellos rellenaron dos cuestionarios estandarizados, el Academic Self-efficacy Questionaire y el Regulated Learning Questionaire, para evaluar la autoeficacia y la autorregulación respectivamente.

Autoeficacia definida como la creencia sobre las propias habilidades; mientras que la autorregulación ayuda a la persona a planificar y alcanzar sus metas; además, se recogieron las calificaciones académicas del último semestre cursado.

Los resultados indican diferencias significativas positivas en cuanto a las calificaciones académicas en función tanto de la autoeficacia y de la autorregulación, esto es, a mayor autoeficacia mejores resultados; e igualmente a menor autorregulación peores resultados académicos. Existiendo una correlación positiva entre la autoeficacia y la autorregulación.

Los resultados no informan sobre la interacción entre las dos variables y el desempeño académico.

Así cabría esperar que aquellos estudiantes que tuviese niveles más elevados de autoestima y de autorregulación serían los que mejor desempeño académico alcanzasen, aspecto no comentado por los autores del estudio.

A pesar de la claridad de los resultados hay que tener en cuenta que no se han evaluado otras variables que pueden estar afectando al desempeño académico.

Aun y con las limitaciones anteriores, los datos ofrecen un importante avance en cuanto a la intervención en el fracaso escolar.

Ya que se puede tratar de mejorar los resultados interviniendo, ya no sólo en las horas dedicadas al estudio, si no también al desarrollar las habilidades de autoeficacia y autorregulación del estudiante.

En el primer caso enseñando al menor sobre sus verdaderas posibilidades y la importancia de tener un comportamiento de acuerdo a su forma de pensar, en pro de un futuro mejor.

Y en el segundo caso, reeducando sus hábitos de comportamiento, enseñándoles a planificar, priorizar y cumplir los planes establecidos.

Se esperaría que con cualquiera de estas dos simples intervenciones se mejorasen las calificaciones de los estudiantes, aspecto que queda por comprobarse en próximas investigaciones.

Capítulo 2. Inteligencia Emocional y Desempeño Académico

Como se ha comentado la importancia de la evaluación de la inteligencia como coeficiente intelectual, capaz de predecir desde la infancia el desempeño académico y posteriormente el laboral, permite “seleccionar” entre aquellos que van a ser más “productivos” a la sociedad frente a los que no lo van a ser.

Algo que ha sido rechazado por buena parte de la comunidad, que ven cómo “condenan” a las personas menos dotadas, a las que se les da la etiqueta de discapacitados, únicamente por que no pueden rendir como los demás.

En una sociedad donde el éxito se valora en función de lo que se es capaz de lograr y alcanzar, en ocasiones, personas con retraso mental, para algunos puede parecer que “no encajan”; cuando en realidad, estas aportan parte de la diversidad humana, tal y como lo es que haya rubios o morenos, altos o bajos...

Sería lo mismo que rechazar a las personas porque son morenas, o bajas, o gruesas..., es decir, porque no cumplen las expectativas “idealizadas” de lo que sería una persona productiva.

Aspecto que se sigue luchando por superar, debido a que hoy en día algunos siguen teniendo prejuicios a la hora de contratar a una persona con retraso mental, en labores que están de sobra cualificados para realizar.

En los últimos años además, se ha ido cambiando el centro de atención adoptando otras aproximaciones a la inteligencia, no sólo centrado en el coeficiente de Inteligencia, así se ha prestado especial atención al concepto de Inteligencia Emocional, el cual hace referencia a la capacidad de relacionarnos, gracias al mundo emocional que nos rodea, esta inteligencia parece estar determinada inicialmente por nuestras experiencias más tempranas y depende en gran medida de la relación materno-filial y el estilo educativo familiar.

Con posterioridad, la experiencia, el contacto con otros, el ensayo y error nos va a hacer que respondamos de una determinada forma u otra a las emociones propias y de los demás.

Una capacidad que a diferencia de lo que puede creerse se puede entrenar y mejorar en su desarrollo, haciendo que personas que con anterioridad no sabían mostrar sus emociones de forma adecuada a la situación, tras un entrenamiento, pueda afrontar cualquier situación sabiendo comportarse emocionalmente de acorde a la misma.

Algo que va a repercutir de forma directa en las relaciones sociales, basadas en emociones, de simpatía, compañerismo e incluso de intimidad.

Con cada persona con las que nos encontramos y hablamos se despiertan distintas emociones, de cuyo manejo puede depender el cierre de un negocio, o el inicio de una relación de pareja.

Aunque en la mayoría de las ocasiones estos contactos esporádicos no van a tener mayores consecuencias, un adecuado desarrollo de la Inteligencia Emocional va a permitir que estos sean satisfactorios, y no se vivan como situaciones estresantes o desafiantes.

La Inteligencia Emocional que se refiere a la capacidad de la persona de escuchar su propio cuerpo es decir a sus emociones y de relacionar adecuadamente al medio ambiente, igualmente, hace referencia a la capacidad de observar y entender las emociones en los demás y de interpretarlo y responder a ello también de forma adecuada.

Con respecto al “origen" de las inteligencias, después de grandes discusiones entre los que defendían un origen ambiental frente a los de origen genético, actualmente se considera que el 80% de la inteligencia es de base genética y que su desarrollo y potencialidad queda sujeto al esfuerzo y dedicación del 20% restante. En un estudio conjunto realizado por la Universidad de Ámsterdam, la Universidad Libre de Ámsterdam y la Universidad de Tilburg (Holanda), cuyos resultados han sido publicados en la revista científica Psychological Science, se realizó un análisis bibliográfico de veintitrés estudios anteriores sobre ésta cuestión.

Los resultados de este estudio contradicen las actuales teorías dominantes sobre la inteligencia, indicando que la genética tiene un mayor valor debido a un homogéneo efecto de la cultura donde se vive, el cual va a potenciar determinados desarrollos que van a mantenerse en el tiempo en un determinado lugar.

Es decir, la genética parece jugar un mayor papel del que le corresponde, porque las personas se suelen desarrollar en un ambiente que no varía con el tiempo.

Volviendo a la Inteligencia Emocional, y basado en lo anterior, se puede afirmar que se nace con una mayor o menor habilidad o capacidad, aunque se puede aprender y mejorar con experiencia social, independientemente del nivel de partida. Así personas con una gran Inteligencia Emocional son capaces de comprender y entender a los demás casi sin necesidad de palabras, lo que también se ha denominado como una mayor empatía. En el otro extremo, estarían aquellas personas con una nula o escasa Inteligencia Emocional, alejados de la capacidad de escuchar sus propias emociones y de interpretar correctamente la de los demás.

La aplicación práctica más conocida del ámbito de la Inteligencia Emocional ha sido a través de las técnicas del coaching. Orientado inicialmente a ayudar a las personas a encontrar sus valores y motivaciones para alcanzar sus objetivos, actualmente se aplica en muy diversos ámbitos del mundo laboral, ya sea en el empresarial, deportivo, escolar o incluso en el de la salud.

<<El coaching favorece el cambio y para mantener la salud y mejorarla se necesita un cambio de actitud y de comportamiento de los pacientes y de las personas. La salud nos afecta a todos directa o indirectamente (enfermedades familiares...) en algún momento u otro de nuestra vida.

Según la definición de la O.M.S. (Organización Mundial de la Salud), la salud no es la ausencia de enfermedad, sino un estado de bienestar físico, psíquico y mental. Si tenemos en cuenta este concepto amplio, quizá tengamos alguna área en nuestra vida que queramos mejorar. Es bueno reflexionar sobre ello, aunque pensemos que estamos sanos.

Como el coaching usa preguntas, aprovecho para plantear algunas al lector que tienen que ver con aspectos psico-sociales: ¿Tengo amigos?, ¿Tengo tiempo para relacionarme con ellos?, ¿Dedico un rato a la semana al ocio?, ¿y a cuidarme?

Mejorar estas áreas es invertir en salud, además de seguir un determinado tratamiento, en el caso de que tengamos una enfermedad.

Dra. Jaci Molins Roca, Directora del posgrado universitario de coaching personal y organizacional de la Universidad Rovir i Vigili.>>

La inteligencia emocional requiere de los procesos cognitivos básicos y superiores a través de los cuales se recoge e interpreta el mundo externo e interno, así como se modula la expresión de las emociones que se comunican. De ahí la importancia de detallar cada uno de ellos, para conocer en qué medida afectan y cómo estos se van mejorando con la práctica y el desarrollo de la inteligencia emocional.

Para que se produzca el normal desarrollo y desempeño de la inteligencia emocional, es preciso que se sustente sobre los procesos cognitivos, los cuales inicialmente permiten tratar la información sensorial, tanto externa, como interna, percibirla y analizarla, para dar una respuesta adecuada. Este proceso se complica, cuando se incorporan otros procesos, como la memoria, la atención, la emoción o el aprendizaje. Han sido varios los modelos teóricos, que tratan de dar cuenta del funcionamiento de procesamiento:

- automático vs. controlado, que da cuenta del análisis intencional o no de la información, siendo los procesos automáticos, los relacionados con la supervivencia del individuo y que requieren de una respuesta rápida, como retirar la mano de una superficie caliente, antes de ser “conscientes” de ello.

La vía de procesamiento emocional sería un ejemplo de procesamiento automático, donde no existe una toma de conciencia, hasta “después” de haber analizado a groso modo los estímulos y determinado si estos son o no peligrosos. Igualmente, en las respuestas reflejas, tampoco participan las áreas frontales, responsables de la capacidad de planificación y decisión y por tanto sede del “ejecutivo central”.

- serial vs. paralelo, que indicaría si se está procesando una única dimensión de la información o varias al mismo tiempo, sabiendo que el procesamiento serial, requiere de mayores recursos atencionales.

El procesamiento emocional también sería un ejemplo de procesamiento en paralelo de la información sensorial, la cual se distribuye en paralelo por esta vía y la vía consciente que es más lenta y detallista en su análisis.

- abajo-arriba vs. arriba-abajo, en función de que el procesamiento se haga guiado por la información sensorial (guiado por los datos) o esta provenga de las expectativas e interpretaciones previas (guiado conceptualmente).

Un ejemplo de procesamiento guiado por los datos de abajo arriba, estaría en la lectura, donde los caracteres que componen una palabra, son identificados independientemente de que se presenten en un papel, una Tablet, con un “tipo de letra” u otro.

La “traducción” de esos caracteres en un papel, que van a conformar letras, que a su vez formarán palabras, frases, mensajes y al final ideas que transmitir, será un ejemplo de procesamiento de arriba-abajo, ya que se requiere de un procesamiento superior para dar “sentido” a dichos estímulos.

- global vs. local, que indica sobre el tipo de procesamiento más o menos focalizado en las partes o el conjunto.