â¿Quién lo ha visto?â.
âUn tal Annibale Moretti, un propietario de fincas agrarias con un terreno vecino al del impacto: un fascista veterano que participó en la Marcha sobre Roma. HabÃa ido hacÃa un rato en bicicleta a ese terreno para ver el estado de la cosecha de trigo, ha escuchado un silbido, ha levantado la cabeza y ha podido ver la caÃda de la aeronave y su impacto en el campo vecino. No se ha acercado por temor a un incendio o una explosión, que no se han producido. Asà que se ha montado inmediatamente en la bici y ha avisado a la comisarÃa local de Carabineros Reales, comandada por el subteniente primero Amilcare Palumbo. Este ha actuado de inmediato, ha mantenido en la comisarÃa solo los hombres estrictamente necesarios para mantener el orden público y ha hecho que los demás bloquearan el tráfico de vehÃculos civiles en la zona del impacto. Por suerte, desde la carretera más cercana, una estatal, no se podÃa ver nada de la aeronave, porque discurre a unos cuatrocientos metros y hay árboles de por medio, mientras que junto al lugar del suceso, según me han dicho, solo está el camino de tierra por el que habÃa pasado Moretti en bicicleta y por el que raramente pasa alguien. El lugar ha sido rodeado por hombres de las tres fuerzas de seguridad, mientras que una centuria7 (#litres_trial_promo) de la milicia, llegada del cercano cuartel Giovanni Berta, ha empezado a rastrear campos y bosquecillos de la zona y luego, edificio por edificio, también Vergiateâ.
â... ¿Y Moretti? ¿Puede que hable?â
âNo, Duce: Palumbo le ha retenido con la excusa de que era necesario que colaborase para escribir una declaración. Bajo sus órdenes, evidentemente no dadas en presencia de Moretti, un carabinero, con el agricultor delante de él, se ha dedicado a escribir a máquina con lentitud, preguntando, escribiendo, corrigiendo, etc. Entretanto, el subteniente avisaba a las demás fuerzas de policÃa y a la Milicia y ordenaba a su segundo, el brigada Aldo Pelassa, que fuera al lugar para cortar el tráfico y acordonarlo; luego el subteniente pidió las órdenes consiguientes a sus superiores. Estos, antes de responderle, me han puesto al corriente, dado lo delicado de la situación y he transmitido inmediatamente al subteniente la orden de tomar declaraciones en el cuartel de la Milicia, con la excusa de profundizar en las investigaciones, para indicarles qué tenÃan que decir exactamente. Me ha telefoneado hace poco el señor primero8 (#litres_trial_promo) Ilario Trevisan, comandante de la cohorte9 (#litres_trial_promo), y me ha dicho que Moretti ha llegado y está esperando en la sala de reuniones junto al cuerpo de guardia. Ahora Duce, espero sus instrucciones, las órdenes que se precisen, para transmitirlas a Trevisanâ.
âHmm⦠este Moretti, me ha dicho, es un fascista veterano y hay que tenerle contento... pero si habla, al menos por el momento... ¡Bueno! Mire, Bocchini, haga esto: déjelo libre, pero solo después de que hayamos difundido la noticia como nos convenga: haga que se comunique a radios y periódicos, lo habitual con la Stefani, que ha caÃdo un meteorito del cielo y entretanto adoctrine apropiadamente a Morettiâ.
La Stefani era la agencia de prensa oficial del régimen, encargada de dar a los medios de comunicación las noticias de la forma más conveniente y de controlar minuciosamente su difusión, asà como de ordenar el secuestro de cualquier información desagradable que, por desgracia, hubiera empezado a circular. La dirigÃa el periodista fascista Manlio Moranti, nacido en el mismo lugar que Mussolini, en Forli.
âA sus órdenes, Duceâ, habÃa respondido Bocchini.
âHábleme ahora del piloto de la aeronaveâ.
âEn el interior habÃa tres personas y ninguna estaba viva: dos cadáveres de hombres y uno de mujer, todos con ropas ligeras que los quÃmicos analizarán en cuanto sea posible: calzaban mocasines y llevaban camisetas y pantalones, incluida la mujer, ropas parecidas a las que se ponen en vacaciones en la playa incluso las señoras más modernas...â.
ââ¦mujeres descocadasâ.
âSÃ, Duce. Sin embargo, no eran uniformes, porque los colores que vestÃan eran muy distintos, uno de los muertos vestÃa completamente de negro, los otros respectivamente con camiseta verde y pantalones azul celeste, la mujer, y amarillo y gris, el hombreâ.
âQuerrÃan llegar rápido al marâ, habÃa bromeado Mussolini, para sacudirse la incomodidad que se habÃa apoderado de él.
El jefe de la OVRA, sin embargo, no le habÃa entendido: âDuce, es posible que en aquel campo los motores generaran un calor muy intenso y por tanto...â
â... ¡Asà que se ha dado cuenta, Bocchini!â
âP... perdón, Duce, no le habÃa entend...â
â... está bien, seamos serios: pienso que esos tres son espÃas, no simples pilotos de pruebas. Es una pena que hayan muerto y sus hombres no puedan interrogarlos como es debido, siempre que no haya otros con vida, por supuesto: ¿piensas que alguno podrÃa haber salido de la aeronave y estar escondido?â
âDuce, en su momento tuvimos por nuestra parte la misma sospecha y con razón, porque los asientos de aquel disco aéreo son cuatro, pero también se puede pensar ahora que no hubo supervivientes, porque toda la zona e incluso la localidad de Vergiate han sido rastreadas por la Milicia: creemos que uno de los asientos no estaba ocupadoâ.
âHmm⦠sÃ, es verosÃmil. Aparte de esto, Bocchini, te digo que la presencia femenina en la aeronave me parece algo extraña, aunque en el mundo no faltan mujeres que sean pilotos de aviación, por otro lado excepcionalÃsimasâ (a Mussolini el encantaban los superlativos, sobre todo los excesivos) âComo aquella aviadora americana de la que me hablaste en su momento, aquella que el año pasado habÃa cruzado sola el Atlántico... ¿Cómo se llamaba?â.
âAmelia Earhart10 (#litres_trial_promo)â.
âAh, sÃ... ¿no será ella por casualidad?â
âLo estamos investigando, Duce. En todo caso, le advierto entre paréntesis que, desde hace muy poco, también nosotros tenemos una mujer piloto heroÃna, la joven marquesa Carina Negrone, de 22 años, que precisamente esta mañana ha conseguido la licencia de piloto en Génova, despegando en un hidroavión Caproncino desde el mar cercano al faroâ.
â¡Bravo, Bocchini! ¡Buena noticia para la propaganda! La chica es de probada fidelidad fascista, ¿no?â
âUna patriota, Duce, le ha enseñado un piloto militar de la reserva, un héroe de la Gran Guerra, el industrial genovés Giorgio Parodiâ.
âLe conozco, le conozco. Estupendo: mientras tanto te ordeno que se haga publicidad a través de la Stefani del logro de la valerosÃsima aviadora italiana: la noticia contribuirá a distraer a los periódicos con respecto a esa aeronave desconocida, ya que este hecho sin duda no favorecerÃa la imagen de nuestra aviación. Al mismo tiempo bloqueamos la noticia del disco lanzando el bulo del meteorito. Hasta hoy nuestra Aeronáutica ha sido la primerÃsima del mundo y el mundo debe continuar pensándolo. ¡Mil kilómetros por hora! ¡Parece una novela de Julio Verne! Tenemos que lograrlo nosotros también, ¿eh?â
âSin duda, Duceâ, habÃa asegurado Bocchini, aunque con respecto a la fabricación de aviones, él era como mortadela con fresas con nata.
âSi no me lo dijeras tú, no lo creerÃa; mil kilómetros por hora; formidable; pero volviendo a la mujer muerta: su presencia en la aeronave corrobora lo que he dicho antesâ.
â¿?â
â⦠¡Que sÃ, que se trata de espionaje! La mujer, por serlo, no podrÃa ser militar, sino una intérprete o algo parecido, de un servicio secretoâ.
âSÃ, Duce. Lo investigaré. Entre tanto, si me lo permite, le continúo informandoâ.
âProcedaâ.
âCon otras tantas ambulancias, se han llevado los tres cadáveres a la morgue del Hospital Militar de Milán, donde han quedado a la espera de la autopsia. Al mismo tiempo se han reunido en el lugar del impacto camiones especiales y grúas móviles de la Aeronáutica, con neumáticos gruesos y orugas para terrenos sin asfaltar y han conseguido cargar el aparato y librar a la zona de su abrumadora presencia, evidentemente después de haber cortado el tráfico a lo largo de todo el trayecto, ya que el disco ocupa casi todo el ancho de la carreteraâ.
â¿Algún daño a los cultivos locales?â.
âEh, sÃ, Duce, entre los neumáticos y las orugas, y considerando que hasta la carretera asfaltada solo estaba el camino de tierra, los campos a ambos lados de este han sufrido daños notablesâ.
âIndemnizaremos a los propietarios. Y advertiremos al prefecto local... ¿de qué provincia?â.
âVarese, Vergiate está en la provincia de Vareseâ.
âSÃ, Varese. ¿Hay fotos del disco?â.
âSÃ, Duce, se han tomado muchÃsimas fotografÃasâ.
âQuiero verlas de inmediatoâ.
âLas están revelando, Duce. Mañana por la mañana, como muy tarde, estarán su escritorio mediante correo urgente de la Seguridad Públicaâ.
âBien. Continúeâ.
âLa aeronave se ha guardado no muy lejos del lugar de aterrizaje, en la fábrica de las antiguas Oficinas ElectroquÃmicas Doctor Rossi, adquiridas hace tiempo por la empresa aérea SIAI Marchetti, que las ha transformado en una fábrica de aviones. Junto a la instalación, la SIAI, con la aprobación del Ministerio de la Aviación y con la colaboración del Genio Aeronáutico, han preparado una pista para vuelos de prueba.
â¿Y con respecto a la seguridad?â
âUn manÃpulo11 (#litres_trial_promo) de la Milicia del cuartel Berta monta guardia tanto sobre el disco como sobre la pista; he nombrado a dos subtenientes de la OVRA, que me informarán diariamenteâ.
âTodos deben estar siempre fresquÃsimos de mente, para no sufrir ni un solo momento de distracción. ¿Harán turnos de veinticuatro horas?â.
âNo, Duce: cambio del manÃpulo y de mis hombres cada doce horas, porque asà todos están siempre alertaâ.
âBien. Escuche, Bocchini, no hace falta subrayar que esto tiene prioridad absoluta. Debe salir inmediatamente la prohibición a la prensa de hablar del suceso, solo se deberá hablar de un aerolito natural e insistir en ese cuento, aunque alguien con información haya dado ya información real. Dale los medios a la Stefani y haz precisar a los periodistas que los autores, aunque solo sean unos pocos, serán denunciados ante el Tribunal Especial para la Seguridad del Estadoâ.
El duro efecto de esa denuncia habrÃa sido el confinamiento polÃtico en la peuqeña isla con acantilados de Ventotene, asignada para vacaciones forzosas de miembros desafectos del mundo de la cultura y periodistas insuficientemente fieles a las órdenes transmitidas por la susodicha propaganda de la Agencia Stefani.
âAdiós, Bocchini. Te llamaréâ, habÃa terminado Mussolini.
El jefe de la OVRA, después de responder a la despedida y colgar el teléfono, descolgó otro aparato, que estaba en comunicación directa con la central de la Stefani y habÃa dado las instrucciones estrictas que habÃa recibido del Gran Jefe. HabÃa ordenado enviar dichas órdenes a todos los medios de información por vÃa telegráfica de inmediato.
La sede milanesa de la agencia se habÃa activado inmediatamente, no solo porque era la más cercana al lugar del aterrizaje, sino porque en Milán residÃa el jefe de la Stefani, Manlio Morgagni y esa sección se consideraba tan importante, si no más, que la de Roma.